No hay ‘Acuña’ que más apriete…

Imagen Festejo Gol

IBAGUÉ. Héctor Acuña nunca podrá olvidar su primer gol en el máximo torneo del balompié colombiano. Ese que tanto lo trasnochó desde que pisó ‘Tierra Firme’, y que seguramente anoche también lo desveló, por todas las circunstancias que lo rodearon.
En el camerino, durante el descanso, Alberto Gamero les dijo a todos que la casa no se podía dejar irrespetar. Que tenían que salir a darlo todo. Buscar el milagro.
Y para intentarlo, ‘El Samario’ envió al campo a Wilfrido De La Rosa y al uruguayo, por Yulián Mejía y Marco Pérez, quienes poco o nada hicieron en el primer tiempo, cuando Once Caldas dio cátedra de fútbol y puso el marcador 3-0 a su favor.
Muy pocos apostaban por la hazaña. Las caras largas en la tribuna recordaban las más recientes épocas de frustraciones y derrotas. Pero Acuña ingresó motivado. Se tenía confianza, al igual que Andrés Felipe Ibargüen, quien los acompañó en la cancha poco después y le cambió la cara al equipo.
Su tranquilidad, a pesar de la juventud, le permitió sacar un remate de media distancia que nadie se esperaba, el cual se acomodó ajustado al palo, lejos de las manos del portero ‘Albo’. Golazo.

La ‘calentura’. Eso ‘prendió’ el ambiente, y las acciones de riesgo empezaron a brotar de todos lados, pero casi en todas, Acuña tenía para finiquitarlas, pero ninguna la hacía efectiva. El desespero en los hinchas empezó a sobresalir.
En la tribuna occidental, su esposa Natalia no soportó los insultos de un individuo que se encarnizó con el ‘Charrúa’. Ella, sin pensarlo dos veces, lo encaró, exigió respeto y, sobre todo, respaldo. Todo paró cuando la Policía sacó al grosero hombre.
De regreso al campo, Yimmi Chará se preguntó, ¿si lo pudo hacer ‘Pipe’, porqué yo no? Entonces le pegó de lejos, pero rastrero, y la pelota volvió a inflar la red contraria. Lo impensable, parecía inminente.
No obstante. Acuña seguía ‘comiéndose’ todo lo que le quedaba servido, y también sus compañeros. Pero en el minuto de Dios, ese al que le apuestan sólo los que nunca pierden la fe, como por ejemplo Héctor, pasó de ser un villano, al héroe de la noche.
Didier Delgado se la jugó por el costado derecho, envió un centro a ras de piso, y ‘Romario’, como le dicen sus amigos, se lanzó con su cuerpo, estiró sus cortas piernas, y logró desviar la redonda para concretar el 3-3 definitivo.
Lo gritó con el alma. Con los que lo ‘bancaron’, y con los que lo ‘putearon’. Pues en ese instante, todos se abrazaban, gritaban, lloraban y sonreían. Y no era para menos, después del canto “sí se puede”, los del segundo tiempo, los de la actitud ganadora y el respeto por la camiseta, sí pudieron, y ahora la ‘Tribu’ no es líder, pero sigue cerca de la punta, y sigue invicto, el único del ‘Torneo Finalización’ 2014.

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