Cuando la pasión puede resultar mortal: hinchas del Deportes Tolima arriesgan sus vidas por las vías del País

IBAGUÉ. Luego de tres días de permanecer en estado de coma en el hospital San Juan de Dios, en Armenia, Cristian Vásquez Casilimas regresó a la vida, pero ya nada volvería a ser igual después de aquel 23 de abril de 2006.
El adolescente de 16 años de edad, ansioso de aventuras y ganas de recorrer los diferentes estadios del País acompañando al Deportes Tolima, se ‘jugó’ la vida en una travesía que lo redujo a una silla de ruedas tras sufrir un lamentable accidente de tránsito cuando con un grupo de 18 hinchas ‘guerreros’ (ellos mismos se denominan así), con los que viajaba escondido en una tractomula, se volcó a su paso por La Línea, en el sector de Villaflor, a menos de 15 minutos de Armenia, donde pretendían llegar para alentar al Vinotinto y Oro que para la época era líder de la tabla y enfrentaba al Quindío en la fecha 13 del torneo apertura.
Ese día dos personas murieron de forma instantánea y otro corrió con la misma suerte meses después, porque no soportó las graves heridas. Por su parte, Cristian sobrevivió para contarlo.

Todo cambió
Hacia Armenia emprendió Cristian su primer viaje cuando tenía 14 años y allá mismo lo terminó. Fueron dos años en los que con sus bolsillos vacíos y su corazón ‘hinchado’ de pasión ‘Pijao’, recorrió los estadios de Bogotá, Cali, Pereira, Armenia, Manizales, entre otros, a donde llegaba con sed de victoria luego de ‘retacar’ por la boleta y la comida a quienes encontraba a su paso. “Del día del accidente recuerdo que la mula se varó por Cajamarca, antes de llegar al peaje, entonces caminamos y nos colgamos en otro camión. Más adelante, el Ejército nos bajó y estuvimos esperando hasta que esa fue la única mula que pasó y ahí nos escondimos, pero en otro control le dijimos a los del Ejército que nos dejara continuar y ellos nos hicieron el favor, o entrecomillas el favor de no bajarnos, porque en ese carro nos volcamos y yo quedé en medio de los muertos. Duré tres días en estado de coma y salí cuadripléjico del hospital”, contó el hincha.


La noticia de la tragedia se extendió por todo el País, pero la lección no fue suficiente para que un año después, la familia Vásquez Casilimas sufriera otro golpe. Juan David, el hermano menor de Cristian, que para entonces tenía 13 años, murió sobre la vía Alvarado cuando iba colgado de una mula rumbo a Medellín, donde apoyaría al Deportes Tolima. “El Tolima para mí es un sentimiento, pero hay que ser conscientes de que en la casa lo esperan a uno. Hay otras maneras de alentar porque el hecho de que uno no vaya a un partido no quiere decir que sea mal hincha. Antes uno viajaba y las peleas eran con piedras, en cambio ahora viajan es con machete y matan a los chinos por cualquier cosa”, es la reflexión que hace Cristian luego de completar 14 años postrado en una silla de ruedas.

Se juegan la vida
“Es la barra que sigue al Tolima y no pide nada… Aunque vaya perdiendo sigue alentando… porque a pesar de todo te sigo amando”, es una de las arengas que, subido sobre una mula, entona Steven Bernal Delgadillo junto a varios hinchas ‘guerreros’ cuando acompañan al Vinotinto y Oro en estadios de otras ciudades. Los aficionados pasan varias horas, e incluso días, transitando sobre las peligrosas vías de Colombia, colgados de mula en mula, persiguiendo a la ‘tribu’ en sus encuentros deportivos y valiéndose de un arma para defenderse en el camino. “El arma es la vida del hincha porque si uno no carga eso a uno lo matan. Cada vez que uno sale a la vía toca estar mentalizado en que es su vida o es la vida de otros. Salimos de varias comunas de Ibagué y barras de Guamo, Saldaña y otros municipios para apoyar al equipo. En cuanto a la supervivencia, toca tener mucha habilidad para colgarse porque el que se duerme se va quedando en el camino y como a veces la mula coge desvío, toca estar pendiente para saber donde es que uno se tiene que bajar”, confesó Delgadillo, quien completó ocho años efectuando estas prácticas.

La muerte hace ronda
Además de los accidentes de tránsito que han cobrado la vida de varios barristas, el riesgo en la calle se deriva también de las peleas contra otros hinchas que asumen el mismo riesgo en carretera. “Para nadie es un secreto que nosotros nos drogamos en carretera y en una oportunidad, cuando salimos de alentar al Tolima en Tunja, nos encontramos con hinchas de Pereira que iban para Bogotá. Ese día un amigo estaba bien ‘loco’ y antes de colgarse a la mula los del otro equipo le propinaron una puñalada y al caer, una mula le pasó por encima. El ‘parcerito’ murió de una”, reveló el hincha de 21 años, que dejó de emprender esos viajes desde septiembre del año anterior, después de recibir cuatro puñaladas en un tropel. “Íbamos para Santa Marta, pero en un pueblo llamado Bosconia, nos topamos con hinchas del Junior y ahí se armó el tropel. Alcancé a refugiarme un una estación de Policía, pero ya me habían ‘chuzado’. Desde ahí no viajo, pero no sé cuando me vuelva a dar la locura. De todas formas uno no puede arriesgar la vida así no más”, concluyó Steven, quien se gana la vida tapando huecos en las carreteras de ‘La Musical’.

Puntos de encuentro

Los aficionados del Deportes Tolima concertan sus viajes a través de Facebook y se citan en los puntos que asignaron como lugar de partida para emprender la travesía.
Cuando la escuadra de la ‘Tierra Firme’ enfrenta ‘cotejos’ en la Costa, los hinchas se reúnen en los resaltos del Aeropuerto Perales cinco días antes del partido, para ‘pescar’ mulas e iniciar el viaje. En el puente peatonal de Picaleña coordinan la salida de los partidos hacia Tunja o Bogotá. Entre tanto, cuando la visita es hacia el eje cafetero, los muchachos desde los 12 años de edad, se encuentran en el puente de La Variante. Para el partido que enfrentará Deportes Tolima ante el Deportivo Pereira se espera un viaje de 400 ‘guerreros’ hacia la Perla del Otún’, toda vez que hace años no se disputa un clásico en esa plaza y los aficionados no quieren dejar pasar el clásico sin su presencia.

Nació la pasión

Steven Bernal dijo que llegó a Ibagué proveniente de Bogotá cuando tenía 13 años y desde entonces, vive enamorado de los colores de la ‘Tribu’. El primer viaje colgado en una mula lo hizo hacia Cartagena, donde abordó cuatro rodantes para llegar a su destino. Aunque ese trayecto lo recorrió porque quería conocer el mar, de ahí en adelante se unió al cántico de los ‘guerreros’ persiguiendo al Deportes Tolima.

Con más pasión

Cristian no ha dejado de alentar al Deportes Tolima pese a que entre su familia quedó una huella imborrable de tristeza y dolor por ese sentimiento. Aunque depende totalmente de los cuidados de su mamá, hermanas y sobrino, ninguno de sus seres queridos le ha negado la posibilidad de acompañar al equipo en el ‘Coloso de la 37’. Su único obstáculo se debe a los quebrantos de salud por las secuelas que dejó su entonces espíritu ‘rebelde’ de hincha ‘guerrero’. “Me perdí la final con Nacional porque estaba enfermo. No tengo fuerza en los músculos respiratorios y la neumonía me ataca seguido”, reveló.
No obstante, en la adversidad el joven le encontró un norte a su vida y hace dos años se convirtió en pintor. “Amigos que van al estadio y que también están en silla de ruedas me decían que me pusiera a pintar porque ellos pertenecen a la Asociación de Pintores con la boca y este año empieza una formación más estricta con ellos”, añadió. De otra parte, Cristian inició estudios en el programa de administración de empresas en la Uniminuto, le gusta escribir y ahora es apasionado por la lectura.

LAURA MARTÍNEZ

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