IBAGUÉ. Un mancha amarilla y naranja llama la atención de quienes en cicla o a pie visitan la vereda La Martinica parte media.
La mancha contrasta con el paisaje del lugar que se ha caracterizado por ser un pulmón para Ibagué y una reserva para la sociedad.
Se la comieron. Hace 20 días la comunidad empezó a ver con extrañeza como entraban retroexcavadoras y buldozer al predio que antes pertenecía a Gregorio Liberato y donde ahora habita una familia del Caquetá.
Días después se dieron cuenta que aproximadamente dos héctareas de vegetación del Cerro habían desaparecido.
Las víctimas fueron árboles que tenían mucho tiempo de estar en el lugar y que sobrepasaban los cinco metros de altura.
Desaparecieron gualandayes, caracolíes , manzanillos, ocobos , nacederos y guaduales.
La preocupación. Además de la pérdida de vegetación forestal y del hábitat de muchas especies, preocupa el tema del agua. Ese líquido que en muchos lugares de Colombia ya empieza a escasear.
Los bosques filtran y limpian el agua, amortiguan las lluvias fuertes que de otra manera erosionarían los suelos, y mantienen en su lugar los bancos de los ríos y quebradas.
Así mismo, todos los desechos y escombros están cayendo a la Quebrada La Cartagena y como los nuevos habitantes no tienen concesión de agua están sacando el servicio del afluente.
Q`HUBO fue al lugar y constató que efectivamente están ‘lotiando’ el terreno y ni siquiera tienen licencia de construcción. La pregunta es, ¿Qué hace la Corporación Autónoma Regional del Tolima, Cortolima?
En cifras:
de 3 a 5 millones de pesos están vendiendo el pedazo de tierra.
