Sentida despedida al padrecito Camilo

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IBAGUÉ. Con tristeza y desconsuelo, Querubín Riaño Perdomo y dos de sus compañeros tuvieron que cavar en un lote de tierra del Cementerio San Bonifacio donde dejarían el cuerpo del padre Camilo Torres, quien fue para ellos un gran amigo y patrón.

Querubín, a los 7 años de edad, llegó al camposanto donde ganaba monedas llevando agua. Allí laboraba su padre quien salió pensionado. Riaño Perdomo se fue del San Bonifacio y regresó sabiendo el arte de construcción y el cura Torres “me ayudó mucho al darme el trabajo”.

En el tiempo que Riaño Perdomo lleva en el cementerio ha tenido que sepultar a muchas personas, pero no esperaba inhumar al hombre que era su segundo papá, Camilo Torres.

“Para mi es muy doloroso despedirlo”, dijo.

Los sepultureros hicieron el hoyo en un lugar especial llamado Cristo Resucitado, donde una vez el padre ordenó que hicieran y pusieran algunas esculturas de Jesucristo.

En la tarde de ayer, el líder espiritual, natural de Antioquia, fue despedido.

El cura quedó en el corazón de sus fieles ibaguereños a quienes ayudó y entregó su vida.

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