Amenazada pide justicia

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IBAGUÉ. En medio del llanto María Eugenia (*) narró lo que ha sido su vida en los últimos 10 años, huyéndole a la violencia que le quitó la vida a uno de sus hermanos en la vereda Susa, del municipio de Onzaga, Santander.

En el relato la víctima explicó que por tratar de buscar la verdad sobre el homicidio de su pariente, ha sufrido aberraciones de los grupos al margen de la ley.

“Mataron a mi hermano y viajé de Bogotá, donde vivía, hasta la vereda a preguntar lo que había pasado y nadie decía nada. Fue así como decidí vivir en la vereda El Páramo, zona rural de Sativanorte, de Boyacá, que queda en el mismo sector donde fue el asesinato”, dijo la mujer.

“Un día cualquiera entraron a mi casa tres hombres, amarraron a mis hijos y con una sierra los amenazaron que les iban a cortar las manos, y les ponían los fusiles en la boca. A mí me violaron y quedé embarazada de un niño que falleció a los dos años”.

En la versión la mujer explicó que regresó de nuevo a Bogotá, al sector de Cazucá, hasta donde llegaron otros individuos que se identificaron como las ‘Águilas Negras’, le dieron tres horas para salir, no teniendo otra opción que devolverse para su pueblo natal, Oiba, Santander.

 

Señales de su hermano . “Estando allí recibí una llamada de mi hermana que había aparecido Mauricio, pero estaba muerto”, dijo María Eugenia.

La fémina alistó viaje para Bogotá y llegó a la Fiscalía, donde la esperaban los investigadores: “Me explicaron que alias ‘Chiflis’ había dicho que mi hermano había sido compañero suyo, y que había muerto en un combate entre el frente Rodrigo Laín del ELN y el Gaula del Ejército.

“Me entra la duda porque él nunca hizo parte de eso, regresé a la vereda donde lo mataron y encontré en una fosa la camisa con que lo enterraron y la sábana en la que lo envolvieron”.

 

Protegida. A partir de este aporte presentado por María Eugenia y las frecuentes amenazas, la Fiscalía la ingresó al Sistema de Protección a Víctimas: “La guerrilla quiere que yo me retire y por eso me ha perseguido”, aseveró.

Y agregó: “El Gobierno me prometió seguridad, bienestar, subsidios para mis hijos, estudio, pero nada de esto se ha cumplido. Me trajeron para Ibagué, monté un restaurante pero me tocó cerrarlo porque me hicieron hace unas semanas grafitis en las paredes de las casa”.

Desde entonces, María Eugenia vive encerrada en su casa desempleada, con sus hijos sin estudiar y tratando de vender parte de sus pertenencias para responder por servicios y mercado.

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