¿Cómo proponer sexo a (la pareja) sin hacer el ridículo?

En tiempos de los consejos de revista, el mínimo esfuerzo, clichés, estereotipos, stickers y largo etc., pedirle sexo a alguien incluso a la pareja, bajo ciertas simplezas, es una escena que se repite.

Hay que comprender que muchas veces a la otra persona le apetece más ir a pescar a un lago congelado en Laponia que ponerse en menesteres amatorios. Tips como: enciende a tu crush con un beso en el cuello, sorpréndele en la ducha, envíale un sticker porno, intenta una refriega en medio de netflix, ráscale atrás de la rodilla y así, nos dejan ver que el ridículo no para.

Es cierto que cuando algunas veces una persona no tiene ganas  y el otro arde más que brasero se presente una situación incómoda, pueden ser dificultades puntuales que tal vez con un beso en el cuello se remedie; o con el emoticón mordiéndose el labio. Pero existen asuntos sexuales más complejos que hacen percibir todas esas solicitudes como una suerte de presión.

Existe algo que se llama deseo, que no es sólo el apetito voraz y carnal por el otro, sino un estado de confort mental, imaginarios y fantasías  en el que la persona se debe zambullir para poder acordar una monada con la otra parte. Muchas veces estamos más interesados en ver  una carrera en Nascar que en tener sexo. Por lo tanto, cuando llegan esas peticiones ‘sorpresa’ o,  sacan corriendo al prospecto; le hace pensar ‘que tonto’ y dejarlo en visto; o se termina  complaciendo al pariente o la parienta para que no piense nada (malo). Es cierto que el deseo, si no es espontáneo pueda responder con esas ‘estrategias’ pero eso es otro asunto del que hablaré luego. 

Todo ese menú de ideas para “proponer” sexo, sirven por  ‘cultura general’, pero no aplican para todo el mundo. Los deseos son variados en cada sujeto, las formas de agradar, de seducir, de conquistar no se pueden convertir en opciones  deleitables pero usadas. La  espontaneidad, la autenticidad, la sutileza, la ética, el sentido del humor, son cosas que hombres y mujeres con más de dos dedos de frente aprecian y esas sí que pueden activar las ganas.

Evite los clichés de presión

Los  arrumacos  del primer, segundo o del tercer tipo son interesantes y satisfactorios cuando hay consenso, química y sensibilidad. Pasión y no presión.

Si alguien dice que NO a la petición amorosa, es su derecho, respételo. No lo tome personal, porque eso lo lleva a manipular, crear un conflicto y mostrarse agresivo. 

Si está en pareja no equipare amor y deseo, cuando alguien no quiere es por motivos varios, mínimamente porque haya dejado de quererle, o le sea infiel. 

Eso hace que se genere un sentimiento de culpa o melancolía con reproches varios que no tienen porqué existir. 

Muchas veces esa frustración post propuesta sexual, invita a soltar juicios  como “que aburrida”, “pensé que eras diferente”, “me gustan las personas más abiertas”, o lanzar celos con frases como: “bueno menos mal no eres el único”. 

Evite acercamientos sexuales no concretados o concertados, las caricias sin querer pero queriendo, nudes, mensajes pesados etc., con el tiempo generan rechazo y sensación de acoso. 

Proponer  sexo sin hacer el ridículo  deviene saber que es sexo;  informarse;  aprender a gestionar el deseo; tener previo conocimiento del otro, esto es saberse comunicar y escuchar qué gusta y qué no; un mínimo de confianza; ética; creatividad; habilidades de seducción artesanales y, consultarme en caso de dudas.

Norma Bejarano (Psicóloga/Sexóloga), autora del texto. Instagram @normasexologia020

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