¡¿Es mito el ‘encuentro’ espontáneo?!

FOTOS: INTERNET.

Norma Bejarano.

Psicóloga-Sexóloga

Cuando alguien va a jugar un partido de fútbol, mínimo debe tener un atuendo adecuado, concretar el equipo, y tomarse el tiempo para calentar y estirar. Sin estos requisitos, casi nadie se ve de repente en la cancha rodando la pelota, o, ¿tal vez sí?

¿La espontaneidad en el sexo es mito?, en parte. Si bien hay momentos para el arrebato e inesperadamente vernos retozando, no ocurre siempre así. Si de la pareja estable hablamos, o en la sociedad neoliberal del cansancio andamos, generalmente el sexo deberá ser un asunto que se construye. Al pensar el sexo, pensamos en tener sexo y en la formas de producir un encuentro. Por ende esto lo hace un asunto deliberado, planeado, con voluntad intencional que lleva una buena carga intelectiva; y sin embargo, debe procurar algo de imprevisibilidad para que Eros no caiga herido en esos quehaceres.

¡Invitación antes que intromisión!

Eros tiene períodos en los que busca la audacia y momentos en los que desea ir a terreno firme. Espontáneo, del latin spontaneous, quiere decir voluntariamente, por sí solo, o sin ser obligado. También indica una expresión natural, o fluyente, o habla de aquel que participa de un espectáculo, sin previo aviso. La espontaneidad puede ser impertinencia si no la acompaña la razón, la intimidad es proximidad no intromisión, lo gratificante de un encuentro erótico se desarrolla muchas veces en un ambiente seguro. Aguardar, añorar y anhelar ser “invitados” a la interacción sexual es aderezo del deseo y cualidad de la mente erótica.

¡El cultivo del sexo!

Que el sexo planeado resulta aburrido es solo una idea; para el deseo, núcleo de la satisfacción sexual, es muy nutritivo, ya que permite fabricar un relato, activar la fantasía, la curiosidad, ajustar temas sensuales, entre otros. Pensar el sexo nos da poder y voluntad para adobarlo sin exigencias, es labranza de las parejas de larga data encontrar un espacio erótico apetecido. El cultivo del sexo también va en atender las creencias infundadas, los tabúes, las emociones, las imposiciones y poner todo esto en perspectiva. Va en liberarse de la concentración desproporcionada con los hijos, el trabajo, la casa, las obligaciones, y de la demanda aplastante del rendimiento y del éxito. Va en despreocuparse de complejos para descubrir la erótica y la capacidad de contactar, primero consigo mismo, luego con el otro, etcétera y todo eso es virtud espontánea.

¡El encanto de la espontaneidad no puede ser anulado!

Para Erich Fromm, el camino de la realización del ‘yo’, es ser y comportarse de manera espontánea, pues es una cualidad preciosa que tenemos en nuestra condición humana. En Ortega, la espontaneidad aporta a la razón, y no puede ser anulada, sólo cabe detenerse y conforme va produciéndose ha de apoyarse con mecanismos reflexivos. Byung-Chul Han, critica que la espontaneidad que puede caberle a los actos humanos se difumina actualmente en operaciones calculables, dirigibles, y uniformes; aspectos que pueden acabar con ese fondo erótico que le da sentido a la vida.

Entonces no se trata de dejarle el asunto amatorio a la química, a que la tía se lleve los niños, a la confabulación del universo, o a lo que “Dios quiera”, sino a dejarnos fluir hacia la intención; una de las definiciones de ser espontáneo, es acudir sin ser presionado; la actividad espontánea es una genuina tranquilidad motivada por algún placer sensual no estereotipado (lo que usted desea, le gusta y quiere). El sexo espontáneo se entiende como algo que surge, y que también se crea, y esto ocurre siempre y cuando no exista un ambiente represor de inspiraciones.

Noticias Recientes

Suscríbete

Recibe contenido diario con nuestra suscripción mensual.

Danos tu opinión