¡Las recetas en el sexo!

Norma Bejarano. Psicóloga-Sexóloga

En el ejercicio cuántico se habla de supercuerdas heteróticas; una teoría para unificar partículas elementales (átomos y demás) y las interacciones de todo esto que se mueve en esa naturaleza; hipótesis finalistas con modelos estándar para predecir, posteriormente medir y sacar estadísticas de dichos elementos. Pero los sujetos, no somos partículas, más bien humanos, además sexuados, ni tan elementales ni tan simples, por el contrario, muy complejos.

Si ustedes son adeptos de las redes sociales, Instagram, Facebook, Tick Tock, etcétera, se habrán sentido sorprendidos ante la ingente cantidad de prescripciones para no tener pierde al momento de la interacción sexual; fórmulas y trucos dados, comenzando por ciertos colegas y otros aficionados a la sexualidad que han entrado en la onda de monetizar sus redes ganando likes y seguidores. 

Y, bueno, cada quien da rienda suelta a sus habilidades de márquetin como se le antoje. Pero a quienes tenemos otras curiosidades nos inquieta que triunfe más ese asunto prescriptivo de dar tips, menús y listados, y no lo descriptivo, algo que más bien explique o ponga en cuestión los deseos sexuados o de los sexos, lo que gusta o no (así no venda). 

¡Refriegas y simetrías!

Contoneos y cotorreos para seducir mejor; imágenes explícitas de cómo meterla en caliente; catálogos con las poses más sexys; cursos para saber acariciar el trasero con el dedo meñique.., si bien son asuntos que llaman la atención, pasan por la banalización del sexo y de la sexualidad, pues se van convirtiendo en bienes de consumo, además nos hace pensar en que se sigue acostumbrando a las gentes a seguir reglas, pautas, y órdenes. 

Las ecuaciones para poner en marcha las refriegas eróticas poseen simetrías porque tratan todas las situaciones por igual, cada consejo corresponde con las mismas soluciones para todos los casos.

La exaltación que se hace de todas esas prácticas, o que se venden como todo lo que hay que hacer antes de fallecer, muestran un hecho básico y es, una línea de excitación, uso y consumo. Todas estas demostraciones son atractivas, atraen e incitan nuestros sentidos, pero son regulaciones generalistas; cuando en el terreno, la sexualidad es vivencia del sujeto, es, por así decirlo, algo subjetivo en el que no entra el ibuprofeno para todos/as.

¡Pócimas, magias y cachivaches!

Para obedecer a las exigencias de un público que deviene fogosos amantes se piensa en trucos, recetas, técnicas, pócimas, magias y cachivaches. Todo ello crea un buen mercado, sin embargo, la lógica de Eros es otra. Eros, que no es mojigato, a través de sus aventuras y peripecias llega al núcleo, no a las utilidades, sino al centro de los sujetos y sus encuentros, sus formas, sus maneras.  

Hace siglos el poeta Ovidio en su «Arte Amatorio» nos dejó ideas para hacer del amor una erótica y un arte. En la actualidad los que pretendemos hacer educación sexual, no es que seamos adustos, amargados con cero sentido del humor o pobre visión de negocios y emprendimiento, sino que nos interesa educar y no darle propaganda a fenómenos y novedades, y sí un espacio a los sujetos donde se puedan emancipar, ser autónomos de sus decisiones, de su propia sabiduría erótica. Sujetos responsables de sí mismos con un-otro. Un lugar donde puedan encontrar herramientas para entenderse, vivirse y sentirse.

Las prescripciones y recetas pueden dañar a quien pretende hacer cosas que no le sirven pero que cree que deben servirle. Las fórmulas sexuales son eso, excitaciones y motivaciones, pero no explicaciones o descripciones de las diversas realidades de los sexos.

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