IBAGUÉ. Clara Eugenia Laguna Rodríguez, creyó que la cura para una tos que la afectaba era una inyección, pero sin saberlo terminó siendo su mayor tormento: Un pedazo de aguja quedó dentro de su cuerpo.
A principio de marzo Laguna Rodríguez decidió contactar a una persona que trabaja en una droguería para que le aplicara una inyección. El conocido le llevó un jarabe y el medicamento para aplicarle:
“Ese día él me iba a dejar la jeringa sobre la cama, le dije que la colocara en el armario porque de pronto la niña se chuzaba”, recordó, Laguna.
Tres días después de haber recibido la inyección, la mujer sintió que algo le chuzaba en el glúteo lo que le dificultaba para caminar y trabajar en el restaurante ubicado en la Terminal de Transportes.
Para la denunciante las punzadas inicialmente eran normales, pero pasados los días no pudo ir atrabajar y buscó ayuda profesional. Tras ver ocho médicos todos le dieron un concepto distinto, pero nadie le curaba el dolor. Laguna le pidió a una doctora que era la novena en verla que le tomara una radiografía para saber qué tenía.
La galena le ordenó el examen y la sorpresa fue cuando vieron el resultado que decía: “Imagen lineal de densidad metálica que mide 3.8 centímetros de longitud, que corresponde a una aguja localizada en la zona lateral de la región glútea izquierda”.
La mujer tuvo una operación que duró casi cinco horas, pero fue como ‘buscar una aguja en un pajar’, ya que no pudieron extraer el elemento.
Actualmente, la mujer sigue en su casa esperando recuperarse de la primera intervención quirúrgica, ya que si es sometida a otra correría el riesgo de perder sensibilidad o algo más grave si le afectan el nervio ciático.
