«¿¡Pero, no tuvieron sexo!?»

Norma Bejarano.

Psicóloga-Sexóloga

Viernes por la tarde, Matilda y sus colegas salen de la oficina al bar de la calle 10 para relajarse luego de la intensa jornada… Entre vino y vino más se arriman las conversaciones sicalípticas. En una de esas, le cuenta a sus colegas como se la ha pasado el fin de semana anterior con Pablo, su nueva pareja, haciéndoles un descriptivo y erótico relato de lo que ha ocurrido: conversaciones, lecturas, películas, masajes, carantoñas, masturbación, besos, abrazos, etc, etc, etc. Luego de terminar la nutrida narración a sus compañeras, estas, estupefactas, en un perfecto coro preguntan «¿pero, no tuvieron sexo?».


La manera en la que nuestra cultura piensa la erótica y los encuentros entre sujetos problematiza estos encuentros cuando no hallan la cópula, es decir, meramente la penetración, en ellos. El no erotizar dicha cópula, o no erotizarla tanto cómo se debe suele ser el gran problema. Entre las charlas de amigos cuando no se menciona la cópula, o cuando lo genital no aparece mucho, se despierta tal curiosidad que alguien va a acabar preguntando, «¿luego no follaron, no tuvieron sexo»

Ante un ¡Sí! por respuesta, todos tranquilos, pero, si surge un ¡No! entonces todo se comienza a cortocircuitar. Cuando se dice que no hubo penetraciones o que estas no estuvieron presentes como la práctica «más digna» es cuando empiezan las confusiones, a veces para los sujetos mismos y también para los demás.


¡La incapacidad de leer un encuentro sexual sin cópula!

Caminar, cocinar, bailar, acariciar, besar, abrazar, retozar sin genitales y sin orgasmos también es posibilidad de encuentro. Y es posibilidad porque a la gente no siempre le interesa una interacción genital pero sí vivenciar su deseo (erótico). Hay gente que es incapaz de leer que está teniendo un encuentro sexual mientras no existe la penetración. Hay sujetos que no son capaces de identificar un vínculo o interacción amatoria simple y llanamente porque no hay genitales. Encontrarse puede ser sencillamente contar con esos abrazos gustosos y ser abrazados.


¡Deseo erótico es todo aquello que se hace!

La gente que se desea entre sí, busca sus propias fórmulas para poderse desear tranquila y satisfactoriamente.


La escritora Valérie Tasso nos cuenta «Yo tengo la suerte de poder hacer prácticas que a lo mejor para otros no es sexo. Por ejemplo, estar abrazados leyendo un libro erótico me produce un placer que equiparo a una buena sesión de sexo». Hay una diferencia importante entre  copular, el acto penetrativo en sí y, el resto de prácticas sin los genitalia, que tienen que ver con las variadas maneras de encuentro entre sujetos. La interacción erótica no necesariamente incluye lo penetrativo, puede o no incluirlo. La interacción cuenta con el sello propio humano. Dice Amezúa, «no es solo el regodeo en la cama, sino la pareja todo el día». Así, para no especular cuando entre amigos se cuentan que hicieron esto y lo otro con su pareja y no incluyó genitales, lo que se quiso decir es que en su amatoria, en sus maneras de encontrarse, existen otras formas de pensar, sentir, desear, hacer.


La amatoria es ni más ni menos que el proceder con el que los sujetos llevan a cabo o, realizan sus deseos eróticos. La manera en que cada quien expresa sus atracciones y seducciones. El modo en que cada quien organiza sus ‘placeres’.


Un encuentro amatorio que genera una vulnerabilidad tremenda, que genera una sensibilidad, una puesta de sensaciones compartidas entre sujetos donde éstos deciden poner entre paréntesis la cópula, o la penetración. Donde éstos crean sus complicidades y compatibilidades, ¿no es eso también un encuentro amatorio?  ¿No es eso «tener sexo»?

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