IBAGUÉ. Fabián Saldarriaga Rojas y Jorge Leonardo Vaquero Hurtatis fueron condenados a 14 años y 11 meses de prisión por los delitos de intento de homicidio, hurto calificado agravado tentado y porte ilegal de armas de fuego.
Los asaltantes ingresaron al Edificio América en la madrugada del 26 de junio de 2009 y le dispararon al vigilante Erwin Carvajal, siendo frustrados sus planes por la Policía que los repelió y les dio captura.
El valiente celador los enfrentó y permitió que la Policía llegara oportunamente al sitio, pero quedó lisiado de por vida debido a los tiros que recibió de los asaltantes.
Saldarriaga y Vaquero aceptaron cargos mediante preacuerdo con la Fiscalía, por lo que se les quitó el agravante del homicidio tentado y obtuvieron una rebaja del 45 por ciento de la pena.
El Juez Primero Penal del Circuito profirió la condena, sin hacerlos merecedores a la suspensión condicional de la pena impuesta, ni la prisión domiciliaria.
El tercero de los asaltantes identificado como Jorge Manuel Martínez Osorio duró seis meses en la cárcel y salió libre por vencimiento de términos, sin acogerse a sentencia anticipada.
Parapléjico y sin ayuda
El vigilante Erwin Carvajal, de 47 años, padece complicaciones médicas debido a las heridas que sufrió y su situación es muy compleja.
Quedó parapléjico, perdió movilidad de la cintura hacia abajo, tiene problemas para evacuar porque quedó mal del colon y no ha recibido ayuda del edificio donde trabajaba.
“Son muy tristes las condiciones en que estoy, a veces me pregunto porqué a mí”, le dijo a Q’HUBO al salir de la audiencia donde fueron condenados dos de sus victimarios.
Recordó que los asaltantes estaban dentro del edificio y cuando los vio bajaban por las escaleras y se encontraban armados.
“Se me mandaron como leones a un venado, forcejeamos y con un arma de ellos les disparé, yo tenía únicamente un machete y un bolillo, me dispararon por la espalda”, refirió Erwin.
Ahora tiene que sobrevivir y sostener a su esposa y seis hijos con el salario mínimo de la pensión de invalidez.
“No me han colaborado en el edificio donde trabajaba, me han dejado solo”.
Su cónyuge Doris Leiva es quien lo cuida. Aunque necesitaba el dinero, ella se negó a aceptar los cinco millones de pesos con los que los asaltantes querían repararlos como víctimas. “Sentí ganas de vomitar al verlos”, dijo.