Celebró sus 100 primaveras: doña Clementina festejó un siglo de vida con la música que le gusta

Clementina Bernate de Luna nació el 12 de enero de 1923. Foto: suministradas

REDACCIÓN Q’HUBO qhuboibague@gmail.com 

No son muchas las personas que pueden darse el lujo de poner cien velas en su pastel de cumpleaños. Alcanzar un siglo de edad es todo un acontecimiento que merece un festejo por lo alto, como lo tuvo la señora Clementina Bernate de Luna, una distinguida habitante del barrio El Arado, cuya familia se reunió en torno a su centésimo onomástico.

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Canto y festejo de su vida

Nació en Flandes, pero desde muy joven se trasladó a Ibagué, donde ha permanecido la mayor parte de su larga vida. Clementina Bernate de Luna se casó a los 20 años en la parroquia de San Roque con Tulio Luna Varón. Juntos tuvieron ocho hijos, quienes la hicieron abuela 17 veces y bisabuela 23. 

Su familia la describe como una mujer de buen corazón, luchadora, trabajadora, sacrificada, perseverante, alegre, entusiasta y amorosa. Además, poseedora de una gran fuerza interior, que transmite a todos a su alrededor. 

Aunque el rigor de los años le ha bajado un poco a su ritmo siempre activo, no hubo impedimento para que doña Clementina estuviera alegre en su celebración. Y no era para menos. Sus ocho hijos decidieron obsequiarle una presentación musical en vivo. Se trató del grupo musical ibaguereño Sandunga, quienes interpretaron para la cumpleañera la música tropical que le ha gustado desde joven. 

Una de las canciones preferidas de la abuela es el clásico ‘El pájaro amarillo’, que desde luego, no faltó en el repertorio de los artistas. 

“Ella nunca fue de bailar, pero la música la alegra mucho. Canta, aplaude, nos contagia el buen ánimo a todos”, dijo Emely García, una de sus nueras, quien la conoce hace 38 años. Y agregó que su suegra siempre tuvo una vida muy tranquila, dedicada a su hogar, pese a que fue contemporánea a la época de la violencia bipartidista que dejó tantos desplazamientos forzados en el Tolima.

Su nieta Dayana Luna, expresó: “Es la mujer más buena. Siempre ha luchado por mantener a la familia unida y gracias a ella hemos tenido logros que le dedicamos, porque quizás sin su apoyo, otro hubiera sido nuestro destino”. 

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Al comando del hogar

Pese a que enviudó en 1980, doña Clementina permaneció como el pilar de su familia. Todos sus hijos residen en la ciudad. Uno de ellos hizo parte de la Policía, y el otro ha estado vinculado a la Fiscalía. Por su parte, varias de sus hijas (tuvo seis en total), fueron enfermeras y laboraron en el Hospital Federico Lleras. 

Su casa ha sido todo un matriarcado. La adulta mayor reside con tres de sus hijas, quienes permanecieron solteras y cuidan de ella. Pese a que ya no se le ve coordinando todas las actividades diarias del hogar, la abuela conserva mucho de su espíritu. 

Sus familiares y allegados resaltan de ella su carácter alegre y amable, pero también templado, por los años que tuvo que comandar una casa con familia numerosa. En El Arado permanece, además, el recuerdo de los exquisitos tamales que solía preparar y lo activa que era las temporadas decembrinas, cuando participaba con gran protagonismo en la organización de las Novenas de Aguinaldos. 

Ahora, doña Clementina se dedica a descansar de todos los años de trabajo intenso, en compañía de la familia que levantó junto a su esposo y que hoy se enorgullece de haber celebrado su centenario.

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