ARMANDO CALLE. Les cuento que ayer, me hice una ensalada con unos tomates que me regalaron mis amigos del barrio la Ceiba Norte de Ibagué, cerca a EL Salado. No me van a creer, pero antes nació una huerta en el sector que el Ibal llegará a cambiar la red 8a de alcantarillado.
“En septiembre del año pasado estabámos saltando en una sola pata ya que después de años de gestión, por fin creímos que nos iban a pavimentar la calle”, me dijo Francy Serrano, quien tiene dos bebés que inhalan los malos olores.
Puso stop. “Sin embargo, después de ‘revolcar’ la vía (siete cuadras). Un ingeniero de la Secretaría de Infraestructura paró la obra porque no se podía pavimentar sin antes cambiar el alcantarillado que está totalmente colapsado”, agregó la dama.
“Como ya habían ‘escarbado’ bastante, duramos cuatro meses aguantando el olor hediondo de las aguas negras. Y ya se imaginarán cuando llovía, eso el agua se entraba a las casas. Era todo un río de excremento. Con ese problema, pasamos un diciembre muy amargo”, contó.
Claro, me acordé que en diciembre ellos llamaron al periódico y según la oficina de Prensa del Ibal, los trabajos empezarían lo más pronto.
Sin embargo, según José Pineda, otro líder, hasta la semana pasada el Ibal llegó y tapó una alcantarilla por donde salía gran cantidad de aguas negras.
Que plata no hay. Me dijeron que: “Ahora se tiran la pelota entre la Secretaría de Infraestructura y el Ibal. El Gerente del Ibal nos ha dicho que por ahora no hay presupuesto. ¿Entonces para qué ‘revolcaron’ la calle?. Antes, por lo menos, los carros podían pasar. Ahora no”, aseguró mi amigo. “Imagínense, ya hemos ‘cogido’ varias cosechas de tomates, pepinos y hasta melones, y el Ibal nada que arranca. ¿Hasta cuándo?”, afirmó don José.
Aunque los tomates estaban deliciosos, seguramente tendrán buen abono, estas cosas solo pasan en Ibagué señores. No hay derecho.
