IBAGUÉ. Alejandro Jiménez Riascos le dijo hace un par de días a su esposa, Claudia Cardozo, que no se sentía bien y se aquejaba de una molestia en el pecho, dolencia que ayer en la madrugada provocó su partida de este mundo mientras conducía el taxi de placa WTO 748.
Según sus familiares, cuando el taxista, natural de Buenaventura, Valle, prestaba el servicio de transporte a una pasajera, sufrió un infarto cuando pasaba cerca de unos concesionarios automotrices en la Avenida Mirolindo, a escasos metro del CAI de Policía. La pasajera empezó a pedir ayuda y fue auxiliada por colegas del profesional del volante: “Lo llevaron a la Clínica Los Nogales pero llegó sin signos vitales”, añadió Cardozo, con quien compartió 22 años de su vida.
Jiménez Riascos, el mayor de cuatro hermanos y padre de igual número de hijos, dos de ellos menores de edad, había llegado con su familia desde Buenaventura en 2007 a la capital tolimense por culpa del desplazamiento forzado, y era conocido de cariño entre ‘la mancha amarilla’ como ‘El Pana’, gremio al que pertenecía desde hacía seis años:
“Desde anteayer me dijo que se sentía mal, pero nada más”, concluyó mientras reclamaba ayer el cuerpo en las instalaciones de Medicina Legal de Ibagué.
