Norma Bejarano
Psicóloga-Sexóloga.
@normasexologia020
Un guion es un elemento imprescindible a partir del cual se inicia la producción de una historia. Lo que van a tener que seguir los interesados para que esta se lleve a cabo. En la mayoría de los guiones están inscritos los personajes, sus diálogos, sus movimientos, y casi la idea de lo que va a suceder y cómo tiene que suceder. Incluso la manera de vestir y los decorados. Cuando vamos a “la cama”, generalmente no vamos bajo el albur del momento, sino obedeciendo guiones que exigen: “ahora toca”, o, “ahora sigue”, y no suelen dejar mucho al azar. Esos pasos secuenciales pueden acarrear algunos inconvenientes a la hora del sexo porque muchos de esos guiones no empatan con los propios deseos ni los de otros. Cuando la cultura nos dice qué hacer, cómo, y dónde, los otros deseos o, lo otro en general, se convierte en un problema, en algo patológico.
1.¡Un libreto dominante!
“A falta de los elementos apropiados del guion que definen la situación,(…), es improbable que se produzca algo sexual” (Gagnon y Simon). Muchas veces la interacción sexual no ocurre porque hay algo que falla en el libreto. Durante el encuentro sexual no nos atrevemos a hacer lo que nos da la gana, sino que obedecemos a “lo esperado”, a escenarios precisos. Sin ser siempre conscientes, seguimos procedimientos, prácticas, posturas, protocolos, modas y directores que nos supeditan la actuación erótica; un guion cultural y hegemónicamente sofocante que ejerce dominio sobre todo. La guía preeminente del ejercicio de la sexualidad nos condiciona, y es adoptada por muchas personas como lo común, no vaya y sea se olviden de la “letra”, o se salgan de ella, y en esa improvisación acaben siendo un fiasco o unos “aberrados”. Así, entre lo evidente y adecuado de un guion no creemos que podamos disfrutar de otras maneras.
2.¡Entre paréntesis!
El guion sexual permite, en las mejores condiciones, crear en nosotros una disposición a la excitación. Todas nuestras experiencias sexuales se van construyendo como guion; esa suerte de aprender a hacer (éticamente) a partir de la impregnación de múltiples relatos que incluyen reglas y normas, facilitándonos, entre otras cosas, reconocer situaciones. En el encuentro sexual, no siempre es posible hacer lo que se nos antoje: en cualquier momento, con cualquier persona, ni en cualquier espacio; aquí el guion nos puede definir si un escenario es posible o no. Por ende, los guiones sexuales deben ser especificados o usados, según el ambiente donde se proceda.
3.El sexo sin guion es atractivo
La escena del beso en el cuello y la mano a la presa, delata lo que va a ocurrir. Este prototipo de cómo se aman los seres humanos se convierte en prioridad. La introducción de algún elemento en ese guion que extienda ese marco erótico (un fetiche u otras eróticas) puede alterar el momento y a sus protagonistas.
Pero, los seres humanos debemos entender que tenemos una infinita amplitud para ejercitar nuestra condición sexuada. Este despliegue llevado sin la presión de la operatividad nos conduce hacia eventos productores de deseo y satisfacción. Miguel de Unamuno decía que ‘el mundo es un caleidoscopio, que la lógica la pone el hombre, pero que el supremo arte es el azar’. Las metáforas de improvisación sexual e interpretación hacen parte de salirse del guion. La estandarización o secuencialidad en su mayoría eliminan el azar, lo imprevisible, la casualidad. El sexo salido de guión es atractivo y pasa por no forzar, y dejar que el asunto fluya. Sin convencimientos agotadores se descubren muchas maneras de sentir placer.
Durante el encuentro sexual no nos atrevemos a hacer lo que nos da la gana, sino que obedecemos a “lo esperado”, a escenarios precisos”.
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